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miércoles, 21 de junio de 2017

VOCES


Pueden en mí, más que todos los infinitos, mis tres o cuatro costumbres inocentes.




Un poco de ingenuidad nunca se aparta de mí. Y es ella la que me protege.


A F O R I S M O S



Cuando me hiciste otro, te dejé conmigo.

Si no levantas los ojos, creerás que eres el punto más alto.

Quien perdona todo ha debido perdonarse todo.

El hombre habla de todo y habla de todo como si el conocimiento de todo estuviese todo en él.


Sí, están equivocados, porque no saben. Y si supieran... Nada. Ni estarían equivocados.

Todo es como los ríos, obra de las pendientes.

El mal que no he hecho, ¡cuánto mal ha hecho!.

El hombre no va a ninguna parte. Todo viene al hombre, como el mañana.

Antes de recorrer mi camino yo era mi camino.

El amor nace de dos amores y muere en uno.

El mundo perdona tus defectos, no tus virtudes.

Estar en compañía no es estar con alguien, sino estar en alguien.

Se puede no deber nada devolviendo la luz al sol.

Dirán que andas por un camino equivocado, si andas por tu camino.

Las dificultades también pasan como todo pasa, sin dificultad.

Situado en alguna nebulosa lejana hago lo que hago, para que el universal equilibrio de que soy parte no pierda el equilibrio.

Quien ha visto vaciarse todo, casi sabe de qué se llena todo.

Mi padre, al irse, regaló medio siglo a mi niñez.


Se vive con la esperanza de llegar a ser un recuerdo.

La verdad tiene muy pocos amigos y los muy pocos amigos que tiene son suicidas.

Se me abre una puerta, entro y me hallo con cien puertas cerradas.

No hallé como quien ser, en ninguno. Y me quedé, así: como ninguno.


Sí, son millones de estrellas. Y millones de estrellas son dos ojos que las miran.

Quien ama sabiendo por qué ama, no ama.

Trátame como debes tratarme, no como merezco ser tratado.
















Sí, es entrando en todo como voy saliendo de todo.

Hallarás la distancia que te separa de ellos, uniéndote a ellos.

Cien hombres, juntos, son la centésima parte de un hombre.

Y si no pudiera alejarme de mí, no podría acercarme a nadie, a nada. Ni a mí.

Lo que dicen las palabras no dura. Duran las palabras. Porque las palabras son siempre las mismas y lo que dicen no es nunca lo mismo.

Nadie te ha dado nada por nada si nadie te ha dado el corazón, porque sólo el corazón se da por nada.

Si amas al sol que te alumbra, tal vez amas y si amas al insecto que te muerde, amas.

Quien conserva su cabeza de niño, conserva su cabeza.

Sabes tanto de mí y no me comprendes. Saber no es comprender. Podríamos saberlo todo y no comprender nada.

A veces de noche, enciendo la luz para no ver mi propia oscuridad.





No me hables. Quiero estar contigo.




Uno es uno con otros; solo no es nadie.



Cuando me encuentro con alguna idea que no es de este mundo, siento como si se ensanchara este mundo.

Y si llegaras a hombre, ¿a qué más podrías llegar?

Has venido a este mundo que no entiende nada sin palabras, casi sin palabras.

Dios le ha dado mucho al hombre; pero el hombre quisiera algo del hombre.


Para que tu tristeza muda no oyese mis palabras, te hablé bajito.
Entra una nueva pena y las viejas penas de la casa la reciben calladas, no muertas.

Eramos yo y el mar. Y el mar estaba solo y solo yo. Uno de los dos faltaba.

A veces hallo tan grande a la miseria que temo necesitar de ella.

Quien se queda mucho consigo mismo, se envilece.

El dolor no nos sigue: camina adelante.

En plena luz no somos ni una sombra.

Mueren cien años en un instante, lo mismo que un instante en un instante.

Quien dice la verdad, casi no dice nada.

Y si crees que eres como cualquier ser, como cualquier cosa, eres todos los seres, todas las cosas. Eres el universo.

Hay caídos que no se levantan para no volver a caer.

Casi siempre es el miedo de ser nosotros lo que nos lleva delante del espejo.

Comencé mi comedia siendo yo su único actor y la termino siendo yo su único espectador.

Lleve cada uno su culpa y no habrá culpables.

Nadie es luz de sí mismo: ni el sol.

El recuerdo es un poco de eternidad.

Sí, ya he oído todo. Ahora sólo me falta callarme.

Hallé lo más bello de las flores en las flores caídas.

Saber morir cuesta la vida.

Toda persona anónima es perfecta.

Quien va de fuego en fuego, muere de frío.

La primavera del espíritu florece en invierno.

Lo eterno es el producto de efímeras vidas.

El corazón, cuando palpita por nada, palpita escondido.

Si el hombre tuviese alas, bajaría más.


Cuántos, cansados de mentir, se suicidan en cualquier verdad.

La razón se pierde razonando.

Nadie entiende que lo has dado todo. Debes dar más.
Cuando tú y la verdad me hablan, no escucho a la verdad. Te escucho a ti.

¿Por qué te pido tanto que me ayudes? Es que te estoy ayudando.

Lo que hay fuera de mí es una imitación mal hecha de lo que hay dentro de mí.


Creen que moverse es vivir. Y se mueven, no para vivir. Se mueven para creer que viven.
Durmiendo sueño lo que despierto sueño. Y mi soñar es continuo.

Comprendo que la mentira es engaño y la verdad no. Pero a mí me han engañado las dos.





Han dejado de engañarte, no de quererte. Y te parece que han dejado de quererte.

Ha sido correcto conmigo todo el universo, menos el hombre, mi semejante.

Iría al paraíso, pero con mi infierno; solo, no.


Algunos adelantándose a todos, van ganando el desierto.

Tu crees que me matas. Yo creo que te suicidas.

Las cadenas que más nos encadenan son las cadenas que hemos roto.

Comencé mi comedía siendo yo su único actor y la termino siendo su único espectador. 

Todo lo que cambia, donde cambia, deja detrás de sí un abismo.

Un corazón grande se llena con poco.

Porque crees que me has comprendido has dejado de comprenderme.

Estoy tan poco en mí, que lo que hacen de mí, casi no me interesa.

He llegado a un paso de todo. Y aquí me quedo, lejos de todo, un paso.
Todos pueden matarme, pero no todos pueden herirme.
Quien me tiene de un hilo no es fuerte; lo fuerte es el hilo.



Las "voces" de Antonio Porchia es un tratado de filosofía condensado en frases cortas a modo de sentencias o aforismos que recogen su manera de entender la vida,  su profunda manera de estar en esa dimensión de lo profundo, donde uno puede percibir la humildad, la bondad, el sufrimiento, la paciencia, la incomprensión, la soledad, la sabiduría. La voz de Antonío Porchia no adoctrina: muestra. Es un legado maestro para el que busca ahondar en el conocimiento, a través de su propia experiencia. Me ha gustado señalar las que más me han gustado, y he jugado a escoger la que tuviera un significado especial para mi : la decisión no ha sido fácil,  varias eran las elegidas, pero al final me he decidido por esta: Las cadenas que más nos encadenan son las cadenas que hemos roto. Me quedo reflexionando en ella ¿Cual sería tu elegida?  

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