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jueves, 17 de agosto de 2017

PARA TODOS TIENE LA NADA UNA MIRADA

Será porque atravieso un tiempo exiliada del mundo que ha llegado a mi casa la lectura de El oficio de vivir de Cesare Pavese, y como leí en cierta ocasión, esto siempre trae consecuencias. Será por esa misma sensibilidad de sentirme diferente, de poseer una conciencia honda que se sabe conocedora inconsciente de un complejísimo universo de vida y de nada, que me apabulla y  me transciende, que me eleva y me hunde (...) será por eso que salen a mi encuentro sus versos y el espejo de su cara.
Elena







Deberé dejar de jactarme de que soy incapaz de sentimientos comunes (placer de la fiesta, alegría de la muchedumbre, afectos familiares, etc.). Soy incapaz, en cambio, de sentimientos excepcionales (la soledad y el dominio) y si no tengo mucho éxito con los comunes es porque una ingenua pretensión a los otros me ha corroído el sistema de reflejos, que tenía normalísimo.

En general uno se contenta con ser incapaz de los comunes, y se cree que eso significa «ser capaz de los otros». 

Análogamente, se puede ser incapaz de escribir una tontería e incapaz de escribir una cosa genial. Una incapacidad no postula la otra capacidad, y viceversa. 

Se odia lo que se teme, es decir, lo que se puede ser, lo que se siente ser en parte. Nos odiamos a nosotros mismos. Las cualidades más interesantes y fértiles de cada uno son esas que cada uno odia más en sí y en los otros. Porque en el «odio» está todo: amor, envidia, ignorancia, misterio y ansia de conocer y poseer. El odio hace sufrir. Vencer el odio es dar un paso hacia el conocimiento y dominio de sí, es « justificarse» y por lo tanto dejar de sufrir.

Sufrir es siempre culpa nuestra.
Cesare Pavese, el exiliado de la vida







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VENDRÁ LA MUERTE Y TENDRÁ TUS OJOS


Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

esta muerte que nos acompaña

desde el alba a la noche, insomne,

sorda, como un viejo remordimiento

o un absurdo defecto. Tus ojos

serán una palabra inútil,

un grito callado, un silencio.

Así los ves cada mañana

cuando sola te inclinas

ante el espejo. Oh, amada esperanza,

aquel día sabremos, también,

que eres la vida y eres la nada.

Para todos tiene la muerte una mirada.

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.

Será como dejar un vicio,

como ver en el espejo

asomar un rostro muerto,

como escuchar un labio ya cerrado.

Mudos, descenderemos al abismo..[...]



Las sombras se han unido. Hace un buen rato que todas están dentro de la noche. Se acabó su individualidad, ahora forman un ente compacto y sin perfiles. La oscuridad ya no tiene más fisuras que las que le infiere la luz de las farolas en la calle.


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